“[…] – Y cómo es que podéis hablar todas tan bonitamente? –
preguntó Alicia, esperando poner al lirio de buen humor con el
halago–. He estado en muchos jardines antes de éste, pero en
ninguno en que las flores pudiesen hablar.
– Coloca la palma de la mano sobre el lecho de tierra de
nuestro macizo, –le ordenó el lirio– y entonces comprenderás por
qué.
Así lo hizo Alicia.
– Está muy dura la tierra de este lecho –comentó–, pero aún
así no veo qué tiene que ver eso.
– En la mayor parte de los jardines –explicó el lirio– los lechos
de tierra son tan muelles... que se amodorran las flores. […]”
(ALICIA A TRAVÉS DEL ESPEJO, de Lewis Carroll)
13.3.08
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